Amanece traslúcida, cada vez de amarillo.
Ella se incorporó.
Se sienta ahora en el borde de la cama.
Se mira, enajenada y somnolienta,
al espejo (que ocupa la puerta del placard).
Un block de notas torpes se arrellana en sus piernas.
Germina los sonidos su cabeza y sonidos
que parecen ilusorios
llegados del ensueño con
mano temblorosa sujeta a unos
jazmines
desaguados jazmines.
Ella dibuja en su cabeza, incluso.
Y se aparecen letras
indiscutibles letras
que se dispersan o se juntan
formando bosquejos indescifrables.
La mujer entorna los párpados (se sospecha mujer
que podría no serlo)
investiga-tantea-intuye y…
¿cómo vaciar su armario de designios
para buscar esencias
deshacerse de historias tan macabras?
Ella no deja de pensar en remotos ajuares y además
¿cómo decir lo que está sucediéndole?
Tiene un frenético deseo de acorralarse en el placard,
asesinarse en el placard
y escaparle al horror del cuarto
con su mesa destartalada
donde hay morfina llena
hay jeringa llena que bien se conoce.
Vuelve a alzar la mirada
y encuentra una sombra o un espectro que ya no la
refleja.
Reconoce la muerte
está a su alcance y…
descubre su palabra frente a la propia Frida:
entonces le pinta o dice preguntas
imaginadas silenciosas.
Lo siniestro allí en el espejo
corroído y menguado por las voces
de preguntas inútiles;
y allá una poca luz que filtra la ventana
como una bruma de peces dorados
o difusos,
que brillan,
imitando
maneras fantasmales.
Desde el cristal la Kahlo
mueve o parece revolear la pierna que le queda,
se ríe a grandes bocanadas
con un destello de los ojos.
Las imágenes pretenden diálogos
(o tal vez sus figuras).
La violencia y la seducción de un baile
las representa cómplices
de juegos infecundos.
¡Ay, sus frutales arrasados!
Pero el reflejo de mujer buscó parir palabras
como revelación
simulacro
o entelequia.
Cerca, ahora, insiste
en la única ventana.
La mecedora cruje
y sola, solita
se hamaquea.
De PALABRAS POZO. Historia de apasionadas (Ediciones Godot, 2010)
Reseñas
Como lo indica el título, se trata de una historia. Pero es una peculiar historia: está “narrada” por una secuencia de poemas unificados temáticamente. Hay una voz femenina que busca a la palabra poética en medio del desierto y la insuficiencia del lenguaje. Por eso, ya desesperada, la voz se recluye en un armario para espiar al mundo y desde allí construir el poema. Pero ese placard es nada menos que el de Frida Kahlo, que oficia de mediadora y partícipe de esta trama de tres apasionadas. Concluyó Jorge Ariel Madrazo en el prólogo: “Anclarse a la palabra poética es, a veces, la mejor manera de vivir y, así, escribirse. O re-escribirse. Una escritura-Mujer con millones de protagonistas rotándose, entregándose mutuamente la antorcha de la Palabra; tal cual, con mayúscula. Como se escribe, desde sus hondas entrañas, esta fervorosa poesía de Emilce Strucchi.” Y escribió Paulina Vinderman en la contratapa “Audacia, ironía, inventiva, desmesura, todo cabe en esta 'intacta noche de la escritura' que desactiva las minas escondidas en el tembladeral perplejo de la existencia.”