Carta Homenaje al Gran Poeta
Dedicada a Joaquín Giannuzzi
(Publicada en La Nación on line el 30/01/04)
Querido Joaquín: ayer te soñé fecundo, sí, aunque una voz de noche intentó convencerme de lo peor.
¿Cómo creer semejante imprudencia? Otra humorada pesimista, pensé. Un artilugio más del Gran Poeta, padre que me desaparece por segunda vez, adivinador de mis pupilas lastimadas.
Es sólo una ironía de su boca, dije. Y mañana llamará por teléfono y me preguntará por los hijos, los versos nuevos, los amores. Consolará mi miedo a la muerte, tomará mi brazo y mi palabra con fuerza para arrojarme al poema.
Pero... ¿qué hacés Joaquín?
¿Qué hiciste, Giannuzzi, que hoy te encontré completamente muerto en todos los periódicos?
¿Podré acomodar tu corazón en el jardín para que florezca? ... ¿guardar el próximo libro para el café prometido de marzo?
¿Podré tolerar el pánico de perder también tu voz, tus consejos, los picaportes de tu puerta triste, y ese abrazo pícaro de quien no le pierde pisada a la vida?
Dicen que no hay que preocuparse. Después de todo, el diario es un mero papel y en casa todos te esperamos: me pediste anécdotas y junté más de cien para contarte. Será la oportunidad para darnos un beso de despedida, amigo / guía del poema / padrazo.
Emilce Strucchi. 27-01-04
Reseña
Este poemario en cuatro capítulos pasa por la “patria” de la dictadura genocida de 1976, luego por otros holocaustos del mundo, para llegar a la búsqueda de la palabra y al valor trascendental que implica. Manifestó Rafael Felipe Oteriño en el prólogo: “Libro empinado, dolido, fruto de una voz fuerte que sabe de dónde viene y avizora hacia dónde va. Por eso sus preguntas son acerca del presente y el lugar. Lugar metafísico pero también lugar real. (…) No puede hablarse de miedo pero sí de cautela. Pues sabe qué madera sostiene la vida y no quiere errar. (…) Como un guerrero que se encamina a otras batallas, acaso no percibe que en la firmeza de su pisada está la victoria. (…) bellos poemas que son autos de fe.”